China es la mayor amenaza del exterior para México
Hace unos días escribí que en 2023 México exportó a China productos por un valor de 10.06 miles de millones de dólares (mmdd), pero que importamos desde dicha nación mercancías por 114.2 mmdd, ¡por lo que registramos un déficit fiscal tremendo, siendo este de -104.13 mmdd en ese año! Eso sin contar las mercancías que entran al país subvaluadas por contrabando técnico, bronco, así como importaciones vía empresas de mensajería. Es posible que el verdadero déficit comercial de México con China sea al menos 50% más alto del oficialmente registrado.
La inundación de productos chinos en condiciones de precios sumamente bajos, causados por dumping, subvaluación y contrabando bronco, tienen a varios sectores económicos en México de rodillas y sufriendo una complicada situación, con cierre de empresas y pérdida de empleos. Hay varios sectores en una verdadera crisis causada por las importaciones ilegales y desleales desde China.
Lo preocupante de esta situación es que se espera que empeore, no sólo para México sino para prácticamente todo el mundo, dada la desaceleración económica que vive China y su frenética búsqueda de reactivar su economía exportando todo el excedente de producción que generan sus fábricas, en las que hay capacidad instalada de sobra.
En este sentido, encontré un artículo de investigación escrito por Jason Douglas, publicado en el Wall Street Journal del pasado 3 de marzo y titulado “El mundo se enfrenta a otro shock chino”, en el cual se explica la situación de exceso de capacidad de China, los apoyos que el gobierno central da a las fábricas, así como su estrategia de inundar los mercados globales, ocasionando en otras naciones, como México, cierre de más empresas, caídas de precios y pérdida de empleos.
El artículo comienza señalando que a finales de los años 1990 y principios de los años 2000, Estados Unidos y la economía global experimentaron un “shock chino”, el cual consistió del auge en las importaciones de bienes baratos fabricados en China, lo cual en su momento ayudó a mantener la inflación baja, pero a costa de los empleos manufactureros locales en otras naciones.
Podría estar en ciernes una secuela o un shock 2.0, a medida que Beijing redoble sus esfuerzos por elevar sus exportaciones para reactivar el crecimiento del país. Sus fábricas están produciendo más automóviles, maquinaria y productos electrónicos de consumo de los que su economía nacional puede absorber. Apoyadas por préstamos baratos dirigidos por el Estado, las empresas chinas están saturando los mercados extranjeros con productos que no pueden vender en casa.
Algunos economistas consideran que este shock de China hará que la inflación baje incluso más que en el primer shock de los noventas. La economía de China ahora se está desacelerando, mientras que en la era anterior estaba en auge. Como resultado, el efecto desinflacionario de los bienes baratos fabricados en China no será compensado por la demanda china de mineral de hierro, carbón y otras materias primas.
China también es una economía mucho más grande de lo que era y representa una mayor parte de la manufactura mundial. En 2022 tenía el 31% de la producción manufacturera mundial y el 14% de todas las exportaciones de bienes, según datos del Banco Mundial. Dos décadas antes, la participación de China en el sector manufacturero era inferior al 10% y en las exportaciones, inferior al 5%.
Todo el mundo está invirtiendo en la manufactura
A principios de la década de 2000, la sobreproducción provino principalmente de China, mientras que las fábricas en otros lugares cerraron. Ahora, Estados Unidos y otros países están invirtiendo fuertemente y protegiendo sus propias industrias a medida que aumentan las tensiones geopolíticas. Empresas chinas como el fabricante de baterías Contemporary Amperex Technology están construyendo plantas en el extranjero para calmar la oposición a las importaciones, aunque ya producen en casa gran parte de lo que el mundo necesita.
El resultado podría ser un mundo nadando en productos manufacturados y sin poder adquisitivo para comprarlos: una receta clásica para la caída de los precios.
«El equilibrio del impacto de China sobre los precios globales se está inclinando aún más claramente en una dirección desinflacionaria», dijo Thomas Gatley, estratega para China de Gavekal Dragonomics.
Sin embargo, hay algunas fuerzas compensatorias. Estados Unidos, Europa y Japón no quieren una repetición de lo ocurrido a principios de la década de 2000, cuando los productos chinos baratos hicieron que muchas de sus fábricas cerraran. Por eso han brindado miles de millones de dólares en apoyo a sus industrias consideradas estratégicas e impusieron o amenazaron con imponer aranceles a las importaciones chinas. El envejecimiento de la población y la persistente escasez de mano de obra en el mundo desarrollado podrían compensar aún más cierta presión desinflacionaria que China ejerce esta vez.
“No será el mismo shock chino”, dijo David Autor, profesor de economía en el Instituto de Tecnología de Massachusetts y uno de los autores de un artículo de 2016 que describió el shock original de China.
Un tipo diferente de shock en China
Aun así, “las preocupaciones son más fundamentales” ahora, dijo Autor, porque China está compitiendo con economías avanzadas en la fabricación de automóviles, chips de computadora y maquinaria compleja: industrias de mayor valor que se consideran más centrales para el liderazgo tecnológico.
El primer shock de China se produjo después de una serie de reformas liberalizadoras en China en la década de 1990 y su adhesión a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. Para los consumidores estadounidenses, esto trajo beneficios considerables. Un artículo de 2019 encontró que los precios de bienes al consumidor en Estados Unidos cayeron un 2% por cada punto porcentual adicional en que aumentaba la participación de mercado de las importaciones chinas, y los mayores beneficios de la baja de precios los sintieron las personas de ingresos bajos y medios.
Pero el impacto de China también aumentó la presión sobre los fabricantes nacionales. En 2016, Autor y otros economistas estimaron que Estados Unidos perdió más de dos millones de empleos entre 1999 y 2011 como resultado de las importaciones chinas. En tanto los fabricantes de muebles, juguetes y ropa cedían ante la competencia, los trabajadores de comunidades que habían perdido sus fuentes de empleo luchaban por encontrar nuevos roles.
Una especie de secuela parece estar en marcha.
La economía de China se expandió un 5.2% el año pasado, una tasa moderada según sus estándares, y se espera que se desacelere aún más a medida que su prolongada crisis inmobiliaria aplasta la inversión y los consumidores se miden en sus gastos. Capital Economics, una firma consultora, cree que el crecimiento anual se desacelerará a alrededor del 2% para 2030. Beijing está tratando de lograr un cambio económico invirtiendo dinero en fábricas, especialmente de semiconductores, aeroespaciales, automóviles y equipos de energía renovable, y vendiendo el producto excedente en el exterior.
Deflación en China
Pero la débil demanda y el exceso de capacidad significan que los precios al productor en China han estado cayendo durante 16 meses, liderados por los bienes de consumo y duraderos, los productos alimenticios, los metales y la maquinaria eléctrica.
Ese impulso desinflacionario se está manifestando en todo el mundo. El precio de las importaciones estadounidenses procedentes de China cayó un 2.9% en enero respecto al año anterior, mientras que el precio de las importaciones procedentes de la Unión Europea, Japón y México subieron.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría a principios de la década de 2000, el mundo occidental ahora ve a China como su principal rival económico y adversario geopolítico. La UE está considerando si los vehículos eléctricos fabricados en China están injustamente subsidiados y deberían estar sujetos a aranceles u otras restricciones a la importación. El expresidente Donald Trump, que busca la nominación republicana para las elecciones presidenciales de noviembre, ha planteado la idea de imponer aranceles del 60% o más a las importaciones procedentes de China.
El artículo de Jason Douglas finaliza mencionado que tal proteccionismo podría trasladar parte del impacto deflacionario a otras partes del mundo, a medida que los exportadores chinos busquen nuevos mercados en los países más pobres. Esas economías podrían ver cómo sus propias industrias incipientes se marchitan ante la competencia china, tal como lo hizo Estados Unidos en una época anterior. A diferencia de Japón o Corea del Sur, que abandonaron la manufactura de bajo costo a medida que avanzaban hacia exportaciones de mayor valor, China ha mantenido una posición dominante en los sectores de bajo costo incluso cuando avanza hacia productos típicamente dominados por las economías avanzadas. China representa “un desafío mercantilista único”, dijo Rory Green, economista jefe para China de GlobalData-TS Lombard.
Alejandro Gómez Tamez*
Director General GAEAP*
alejandro@gaeap.com
En X: @alejandrogomezt