Entre el auge de Trump y el declive del dólar
La inflación y tensiones internacionales han hecho que los estadounidenses reconsideren su apoyo al gobierno, mientras los BRICs promueven una moneda de reserva para competir con el dólar.
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Después de que la Vicepresidenta Kamala Harris fuera designada como la candidata del Partido Demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, y el muy buen recibimiento que tuvo por parte del electorado, parecía que la derrota del candidato Republicano Donald Trump era segura. Pero las recientes encuestas están mostrando a Trump arriba en las preferencias. Diversos sondeos indican que el republicano podría ganar las elecciones, impulsado por una base de seguidores leales y la percepción de que las políticas económicas del gobierno del presidente Joe Biden han fallado. La creciente inflación, el aumento del costo de vida y las tensiones internacionales han llevado a que muchos estadounidenses reconsideren su apoyo a la administración actual y a su Vicepresidenta.
En este contexto, en un artículo de James Rickards titulado “Esto es lo que destruirá el dólar” publicado el 15 de octubre en el sitio DailyReckoning.com, se menciona como los miembros de la Administración Biden trabajan para desacreditar a Trump, poniéndolo como un peligro para Estados Unidos en muchos sentidos, pero sin ver las pifias que ellos mismos realizan.
Tenemos el caso de Janet Yellen, Secretaria del Tesoro de EE.UU., quien ofreció un discurso el 26 de septiembre de 2024 en la Conferencia del Mercado del Tesoro en Nueva York, en el que abordó los riesgos para el sistema bancario y del mercado de deuda del Tesoro de EE.UU. Antes de su discurso, en una entrevista con Politico, le preguntaron a Yellen sobre los riesgos en torno a una transición presidencial fluida durante este proceso electoral, lo que planteaba la posibilidad de que Donald Trump, en caso de perder, alegara fraude o, si ganara, desatara protestas violentas. Aunque Yellen evitó profundizar en el tema, subrayó la importancia de las instituciones fuertes y el estado de derecho para la estabilidad democrática y financiera. Esta declaración fue vista como una crítica indirecta a Trump por los disturbios del 6 de enero de 2021 y la preocupación por posibles eventos similares en el futuro.
Las palabras de Yellen fueron interpretadas como parte de un esfuerzo de la Administración Biden en el que todas las dependencias, incluso aquellas con roles más técnicos como el Tesoro, están alineadas con los objetivos políticos prioritarios de la administración, como la derrota de Trump, la lucha contra el cambio climático y la gestión de fronteras. En este caso, Yellen llevó al Departamento del Tesoro a insinuar que las acciones de Trump representan una amenaza para el sistema financiero, lo cual es visto por algunos como un uso político de su papel en el Tesoro, que tradicionalmente debería centrarse en temas económicos y financieros.
La ironía, según algunos críticos, es que las propias acciones de Yellen son percibidas como una amenaza más grave para el mercado de bonos del Tesoro. Esto se debe a sus esfuerzos por incautar alrededor de $300 mil millones en valores del Tesoro de EE.UU. que pertenecen al Banco Central de Rusia, los cuales están retenidos en bancos de EE.UU. y Europa.
Estos activos rusos podrían ser utilizados como garantía para préstamos a Ucrania, lo que ha provocado tensiones internacionales y ha acelerado los esfuerzos de los BRICS y el Sur Global para crear una nueva moneda internacional vinculada al oro. Este proyecto busca reducir la dependencia del dólar estadounidense en los pagos internacionales y en las reservas de divisas.
Los BRICS originales (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), junto con otros países que se han unido recientemente, como Egipto, Etiopia, Irán y los Emiratos Árabes Unidos (A Argentina y Arabia Saudita también se les admitió, pero Argentina retiró su solicitud, y Arabia Saudita aplazó su membresía, diciendo que aún estaba considerando el asunto), han estado construyendo sus propias instituciones financieras.
En 2014, establecieron el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) para financiar infraestructura en economías emergentes, y en 2015 crearon el Acuerdo de Reserva Contingente, un mecanismo de asistencia financiera similar al Fondo Monetario Internacional (FMI). Este proceso de institucionalización ha fortalecido su cooperación económica y política, y buscan avanzar hacia la creación de una moneda de pagos común, que algunos llaman «BRIC» por conveniencia. Está claro que los BRICS están construyendo intencionadamente su propia versión de las instituciones de Bretton Woods, pero con su propio control y membresía.
Además de los nueve miembros actuales, hay una lista de espera con más de 20 aspirantes a miembros, que incluye potencias económicas como Nigeria, Venezuela, Indonesia, Malasia, Turquía, Tailandia y Vietnam. Los miembros actuales, como Rusia, los Emiratos Árabes Unidos e Irán, hacen que los BRICS sean un peso pesado en la producción de petróleo.
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La creación de una moneda BRICS registra más avances en cuanto a poder ser utilizada como moneda de pago que como moneda de reserva internacional. Para que funcione como una moneda de pago, se necesitan mecanismos para asegurar las transacciones, como canales digitales rápidos y seguros, libros contables digitales y una entidad emisora confiable, probablemente el NDB. Además, es crucial que la moneda tenga una membresía amplia dentro de los BRICS, permitiendo que los pagos se puedan utilizar en múltiples jurisdicciones y para una variedad de bienes y servicios, lo cual es uno de los mayores desafíos para las monedas alternas.
Este último punto es donde la mayoría de los acuerdos de pagos con monedas alternativas fracasan. Rusia puede vender petróleo a China a cambio de yuanes (lo que actualmente están haciendo), pero está limitada en cuanto a dónde puede gastar esos yuanes (básicamente restringida a bienes manufacturados y semiconductores chinos). El mismo problema surge cuando Rusia vende petróleo a India (a cambio de rupias) o armas a Irán (a cambio de riales). El vendedor está limitado en términos de lo que puede comprar con la moneda de su socio comercial.
Esta limitación desaparece en una unión monetaria con 15 o 20 miembros o más. Si Rusia gana BRICs de China, puede comprar aviones Embraer de Brasil o semiconductores de Malasia. De hecho, el uso de una moneda de pago en una unión monetaria con varios miembros no se limita únicamente a los países miembros.
Con acceso a los canales de pago, los no miembros también pueden aceptar recibir la moneda de los BRICS con la confianza de que podrán gastarla entre otros miembros de los BRICS que son socios comerciales. La prueba de esto es la eurozona, que actualmente es una unión monetaria de 20 miembros con un banco central único y aceptación mundial del euro.
Sin embargo, la creación de una moneda de reserva que rivalice con el dólar es mucho más compleja. Requiere un mercado de bonos líquido y bien desarrollado, junto con un marco legal fuerte y una infraestructura financiera sofisticada. Aunque los BRICS han logrado avances, están lejos de replicar el mercado de valores del Tesoro de EE.UU., que cuenta con todo este entramado.
Sobre todo, los tenedores de bonos necesitan un buen régimen de estado de derecho en el que puedan confiar en caso de disputas o incumplimientos. Todos estos elementos existen en el mercado de bonos de reserva por excelencia: el mercado de valores del Tesoro de EE.UU. Ninguno de estos elementos existe en el supuesto mercado de bonos de los BRICS. Probablemente tomaría 10 años o más crear la infraestructura de una moneda de reserva, siendo el mayor obstáculo el estado de derecho.
Dicho esto, están ocurriendo varios desarrollos interesantes.
El primero es que Estados Unidos está desperdiciando su ventaja en el estado de derecho con sanciones contra Rusia, la congelación de los activos del Banco Central de Rusia y los esfuerzos por robar esos activos y convertirlos en un préstamo de 50 mil millones de dólares a Ucrania mediante financiamiento estructurado.
Debido a este comportamiento «irregular» por parte de EE.UU., los países están siendo más cautelosos respecto a mantener grandes reservas de bonos del Tesoro de EE.UU. Esto podría explicar en parte el reciente aumento en el precio del oro.
El segundo desarrollo es la próxima cumbre de los BRICS en Kazán.
Rusia anunciará avances significativos en la construcción de canales de pago seguros y admitirá nuevos miembros, lo que acercará al grupo al umbral crítico necesario para lanzar una unión monetaria.
Finalmente, el impacto de los esfuerzos de Yellen por apropiarse de los valores del Tesoro de EE.UU. de Rusia va más allá de la reunión de los BRICS y el surgimiento de una nueva moneda de pago. El flagrante robo de Yellen al Banco Central de Rusia es una de las principales fuerzas detrás del reciente aumento histórico en el precio del oro.
Los bancos centrales han sido compradores netos de oro desde 2010, pero el ritmo de compra de oro ha aumentado a medida que el estado de derecho en EE.UU., bajo funcionarios como Yellen, comienza a desmoronarse.
El oro es un activo físico, no digital, que no puede ser robado, congelado o confiscado, siempre que esté en almacenamiento seguro. Hasta que la moneda de los BRICS esté lista, el oro será el activo preferido para los administradores de reservas extranjeras que se enfrenten a una Secretaria del Tesoro impredecible.
James Rickards termina afirmando que lo que comenzó como una maniobra política (para derrotar a Trump) se ha convertido en otro factor que impulsa la caída del dólar y del mercado del Tesoro de EE.UU. Este es otro ejemplo de un pensamiento a corto plazo y autodestructivo por parte de la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro de EE.UU.
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Alejandro Gómez Tamez*
Director General GAEAP*
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