Gran parte de la población está enojada y cansada debido a que no ha visto mejorar sus niveles de vida, pese a que los indicadores macroeconómicos aparentemente marchan bien. Por otra parte, las constantes malas noticias en materia de inseguridad y posibles desenlaces no deseados en los conflictos bélicos globales, ocasionan que muchas personas entren en estados de angustia y ansiedad. No se sabe que depara el futuro en el ámbito de las finanzas personales ni en el macroeconómico, y este sentimiento está presente en México, Estados Unidos, Europa, Sudamérica, donde gusten.
Buscando que depara el futuro, hace algunos días, la multinacional financiera estadounidense Morgan Stanley, presentó los tres temas que considera que impactarán los mercados durante los próximos años: 1. Mayor longevidad, 2. Difusión y socialización de la tecnología de inteligencia artificial y 3. Descarbonización, es decir, la transición de los combustibles fósiles a la llamada «energía verde».
Pero en un artículo editorial de Charles Hugh Smith publicado el 4 de marzo, escrito a través de Substack, y titulado “Estos cuatro temas definirán la próxima década”, comenta respecto de las perspectivas de Morgan Stanley y menciona: Ese es el status quo: ¡todo está genial! Píldoras que cuestan 1,000 dólares al mes que nos harán vivir más tiempo, la inteligencia artificial aumentará las ganancias corporativas (que es el objetivo de la economía, por supuesto) y aquellos que inviertan en la transición a la «energía verde» serán recompensados con una enorme riqueza. Ninguna sorpresa por aquí.
Todo eso suena color de rosa, pero de acuerdo con Charles Smith, el mundo real estará definido por otros cuatro temas muy diferentes y obscuros: esclerosis, disfunción, saturación de deuda y asimetría de poder. A continuación, se explica cada uno de ellos:
1. Esclerosis: los mismos viejos grupos de poder se aferran al poder y por eso nada cambia porque nada puede cambiar. Quienes están en el poder buscan mantener o expandir su poder, independientemente de lo que venga, y precisamente ese hecho causa la esclerosis, que es un problema sistémico que no se puede resolver desde adentro. Por eso frases como la de Donald Trump de limpiar el pantano, refiriéndose a la política de Washington.
2. Disfunción: nada funciona debido a las consecuencias de la esclerosis: quienes se aferran al poder lo hacen eliminando toda dinámica de sistemas abiertos y autocorrectores: se deshacen de los contrapesos y la competencia (todos los sectores están dominados por monopolios, oligopolios u oligopolios creados artificialmente por el gobierno); se deshacen de la transparencia (la asimetría de la información es la forma en que mantienen el poder); y tienen un control sobre las leyes y regulaciones: primero hay que librar todos los obstáculos y tal vez te permitamos proponer algún ajuste político inútil que deje nuestro poder intacto, o lo cooptaremos invitándolo a convertirse en uno de nuestros lacayos, servidores, agentes de relaciones públicas, factótums, ejecutores, etc.
En un sistema diseñado para maximizar las ganancias y el poder de unos pocos a expensas de los muchos, nada funciona porque el sistema ya no es capaz de autocorregirse.
3. Saturación de deuda: La irresponsable expansión del crédito de los últimos 15 años, ha creado la ilusión de que el gobierno puede pagarlo todo, sin importar cuán costoso sea, con supuestos ingresos futuras, básicamente para toda la eternidad. Así que necesitamos un Tren Maya o una nueva refinería o un aeropuerto, no hay problema, lo pediremos prestado. Necesitamos más billones para pagar las transferencias, subsidios y la asistencia pública, no hay problema, nos endeudamos 1.7 billones de pesos este año. Necesitamos pedir prestado más billones para financiar todo el statu quo, mantener los grupos clientelares contentos o satisfacer las ocurrencias del gobernante en turno, no hay problema, lo que se necesite hacer, pediremos prestado.
Y como somos emisores de nuestra deuda soberana en pesos, pues podemos pedir prestadas las pequeñas sumas que necesitemos para pagar los intereses de cientos de miles de millones de pesos de nueva deuda, sin problema. Excepto por una pequeña dinámica llamada saturación de deuda: las ganancias futuras no están garantizadas, y en algún momento los ingresos no podrán sostener el gasto gubernamental y de los consumidores en eterna expansión, necesario para evitar que la economía implosione. Lo comentaba en mi editorial del pasado domingo 3 de marzo, nos hemos vuelto adictos a la deuda y llegamos a una situación en la que sin deuda no hay crecimiento económico.
Sólo podemos permitirnos una opción: pedir prestado y gastar para mantener en funcionamiento la economía real, o bien hipotéticamente podríamos destinar esos ingresos para estabilizar el saldo de la deuda.
La creciente deuda aumenta el riesgo y, en última instancia, el capital exige un rendimiento cada vez más alto. Las tasas de interés se han elevado a máximos de dos décadas, por lo que los costos del servicio de la deuda que ahora suma 15.1 billones de pesos, aumentan rápidamente. Al mismo tiempo, la inmensa expansión del crédito (dinero tomado prestado de ingresos futuros para gastar hoy) genera inflación, ya que la avalancha de crédito necesaria para mantener a flote un status quo esclerótico y disfuncional supera el valor generado por todos los billones siendo prestados porque esta deuda no hace a la economía más productiva.
Nadie está dispuesto a sacrificarse y ceder su lugar, por lo que el sistema está destinado a fracasar (así como fracasó Argentina): tenemos que seguir pidiendo prestados billones para mantener contentos a todos los grupos de interés, a los intereses arraigados, a los que cobran una pensión y a los que cobran intereses; pero a medida que aumentan los compromisos públicos, necesitamos pedir prestados más billones sólo para pagar los intereses (en el caso de México son unos 2.3 billones de pesos al año de intereses y transferencias a la población). Y así sucesivamente, en un circuito de retroalimentación que se refuerza a sí mismo.
4. Asimetría de poder: es el término para referirse a la desigualdad estructural y la servidumbre que caracterizan el status quo global. La mayoría tiene muy poco poder sobre cualquier cosa, mientras que unos pocos acaparan el poder para asegurarse de conservar lo que tienen y proteger sus beneficios de las elites competidoras y los movimientos populistas. La servidumbre por deuda es un buen ejemplo de esclavitud (es necesario pedir prestado para vivir) y de asimetría de poder (los esclavos de la deuda tienen esencialmente cero poder en la economía, la sociedad o los sistemas escleróticos de gobierno).
Charles Hugh Smith concluye mencionando que ninguna cantidad de IA o nueva tecnología cambiará nada de esto, porque todas esas herramientas sirven a quienes ya están en el poder. En efecto, la IA y todas las demás tecnologías nuevas simplemente sirven para solidificar la asimetría de poder y, por tanto, la esclerosis y la disfunción. Y dado que el sistema exige dinero prestado del futuro para mantener contentos a las clientelas y grupos de interés, también se garantiza la saturación de la deuda, lo que eventualmente desencadena un cambio de fase muy parecido al agua líquida (liquidez) que repentinamente se congela hasta convertirse en hielo. Todos los que están bebiendo agua creen que la transición del agua líquida (crédito que fluye libremente) al hielo no es posible. Entonces, cuando suceda, todos se sorprenderán.
Alejandro Gómez Tamez*
Director General GAEAP
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